Dolor lateral de rodilla.

Síndrome de la cintilla iliotibial

Lesiones del running.

26.10.17
Publicado en: Salud y Noticias
Etiquetas: running lesión rodilla

   Salir a correr o hacer “running” es uno de los deportes que más adeptos tiene, si no el que más. No entiende de edades ni niveles, todo el mundo puede practicarlo adaptándolo a su condición concreta. No necesita un gran desembolso en material (aunque te puedes dejar un riñón si quieres) y no tienes por qué estar apuntado a uno de los cada vez más habituales clubs de runners  y pagar la cuota, puedes ir por libre. Para colmo, sus beneficios son claros. Pero también puede acarrear diversas lesiones  y debido a que cada vez más gente corre, cada vez vemos más lesiones del corredor.

   Si bien no es la lesión más frecuente, una de las lesiones más desconocida por el grueso de los runners mortales y que puede dar muchos quebraderos de cabeza es el llamado “síndrome de la cintilla iliotibial” o “síndrome del tracto iliotibial”.

 

 Muy bien pero, ¿esto qué es?

   Se caracteriza principalmente por dolor en la cara lateral de la rodilla, donde se inserta la cintilla o tracto iliotibial. La cintilla iliotibial es una “cuerda” de tejido conectivo formada por el propio tendón del músculo tensor de la fascia lata y prolongaciones tendinosas de la masa glútea. Estos músculos, entre otras cosas, son separadores de la pierna que, cuando el punto fijo es el pie, como por ejemplo andando o corriendo, actúan evitando que la cadera se incline hacia el lado de la pierna que se encuentra en el aire al dar el paso. Otros músculos como el vasto externo del cuádriceps y bíceps femoral también ejercen fuerza sobre ella.

 

                                                                                         

 

   La lesión de la cintilla a nivel de la rodilla suele provocar una inflamación o irritación del tendón provocada por el rozamiento  del mismo contra los distintos tejidos de la rodilla. Este rozamiento puede deberse desde a una mala pisada que modifica el ángulo entre el fémur y la tibia hasta un aumento de tensión de la cintilla por sobrecarga de la musculatura que se inserta en ella. Sobrecargas musculares, correr en terrenos irregulares o en pendiente o aumentar súbitamente la carga del entrenamiento pueden desencadenar la lesión. Podemos encontrar  casos más leves en los que la molestia aparece durante el inicio de la práctica deportiva y cede con el calentamiento del tejido, pero no nos duele en el día a día hasta casos más avanzados en los que el dolor nos impide correr, caminar correctamente e incluso nos despierta por la noche al cambiar de postura.

                                                          

  Comprendido. ¿Cómo se trata?

   Para su tratamiento es imprescindible en primera instancia reducir la carga sobre el tejido dañado. ¿Supone esto reposo absoluto? Claro que no. Podremos seguir realizando actividad deportiva y entrenamientos  siempre y cuando no sobrepasemos el nivel de carga máxima que el tejido es capaz de soportar estando lesionado, por lo que tendremos que bajar nuestro nivel de entrenamiento en ese aspecto y adaptarlo al estado en el que nos encontramos. En ese momento empezaremos a realizar estiramientos de toda la musculatura implicada. Han de ser suaves al principio para flexibilizar la misma pero no forzar el tendón añadiendo más tensión.

    En el caso de que la pisada esté modificada tenemos que saber si es secundario a otro factor como otra lesión o si es nuestra pisada natural. En ambos casos deberemos corregirla mediante los distintos procedimientos que tenemos a nuestro alcance como entrenamiento del gesto deportivo correcto o estudios de la pisada y plantillas.

  Si es debido a una tracción excesiva por parte de la musculatura implicada aplicaremos tratamientos relajantes y descontracturantes en dicha musculatura para que la tracción sobre la cintilla vuelva a ser la normal.

   Finalmente nos enfocaremos en el propio tejido dañado y las articulaciones implicadas recuperándolo con distintas técnicas manuales como masaje de fricción transversa, terapia miofascial, osteopatía o, en caso de ser necesario, terapia de electroterapia invasiva como la electrolisis percutánea.

   Completaremos el tratamiento con una serie de ejercicios para devolverla extensibilidad al tejido dañado y la reincorporación progresiva a la carga deportiva.

 

                                                                                            

 

 

Una última advertencia…

   En muchas ocasiones, y como ya hemos comentado más veces en otros post, la zona lesionada puede no estar dando la cara y proyectar el dolor en otra parte del cuerpo cercana incitándonos a pensar que el daño se encuentra en esta  segunda zona.  Es por ello que en este caso podemos tener dolor en la cara lateral de la rodilla e incluso lateralmente en la pierna y tobillo y que este esté provocado por puntos gatillo que reflejan su dolor en esa zona, como los del propio tensor de la fascia lata y vasto externo del cuádriceps, o por una disfunción articular que altere la función optima de la rodilla. Siempre es necesaria una correcta exploración por parte del médico o fisioterapeuta para definir el origen de la lesión.

                                                                                            

                                                                                            

   Añadamos a todo esto un poco de paciencia y disciplina con la rehabilitación y en unas semanas estaremos de nuevo buscando excusas para quedarnos un rato más en la cama y no salir a correr, porque esta ya no nos valdrá.